‘Historias extraordinarias’ (‘Histoires extraordinaires’, Roger Vadim, Louis Malle, Federico Fellini, 1968) es una película de episodios que emulaba a las realizadas en tierras británicas y que casi siempre eran films de terror —la Hammer y más tarde la Amicus, se especializarían en ello—; y supone un acercamiento a la obra de Edgar Allan Poe de forma muy diferente a lo realizado por Roger Corman en su famoso ciclo dedicado al escritor de Boston.
Lo cierto es que tanto Vadim, como Malle y Fellini son directores en principio muy alejados del universo de Poe, y se trata precisamente de eso, de acercar la obra de Poe a los estilos, tan diferentes entre sí como los citados. ‘Historias extraordinarias’, como casi todas las películas de episodios, es un film irregular en conjunto, existe una gran diferencia entre el de Vadim y los otros dos, destacando sobremanera el de Fellini.
Metzengerstein
Nunca he sido un defensor del cine de Roger Vadim, de hecho me parece uno de los directores más insoportables de toda la historia. Si su paso por el séptimo arte se hubiese limitado a su magistral ‘Las relaciones peligrosas’ (‘Les liaisons dangereuses’, 1959) —superior a la versión de Stephen Frears—, tendría otras palabras para un director que también nos regaló memeces del estilo de ‘Barbarella’ (id, 1968), uno de sus trabajos más populares, y otros títulos que es mejor no recordar.
Este director, que alguna vez confesó hacer cine para promocionar las carreras de las actrices con las que se acostaba —y ahí sí fue un crack—, lleva a su mundo tan personal, lleno de colores chillones, estética pulp, y Jane Fonda llenando la pantalla prácticamente en cada plano, el universo de Poe, el cual queda difuminado por completo ante la extensión de todos los tics de puesta en escena de Vadim, que también se encarga del guión.
‘Metzengerstein’ es una historia de amor insufrible entre una condesa y su primo reencarnado en un caballo negro. Los hermanos Jane y Peter Fonda se atreven a ello sin aprovechar lo más mínimo las posibilidades del relato. Mucho colorido, mucha vestimenta ligera y mucha ensoñación pasada por el filtro tan pasado de rosca de su director, y que a día de hoy queda poco menos que ridículo y desfasado.
William Wilson
De Vadim pasamos a otro francés, Louis Malle, y la diferencia se nota. ‘William Wilson’ adapta una de las obras más compleja de Poe, y en la que el tema del döppelganger —que tiene su origen cinematográfico en ‘El estudiante de Praga’ (‘Stellan Rye y Paul Wegener, 1913)— es el leit motiv de un relato con Alain Delon entregado a su doble papel de Wilson y su doble, las dos caras de una misma moneda.
La excepcional fotografía del gran Tonino Delli Colli —uno de los mejores operadores europeos, nunca lo suficientemente apreciado— viste de locura la extraña odisea de Wilson, que no logra entender quién es ese misterioso personaje idéntico a él. Densa, fascinante, al borde de la locura con esos travellings por las calles, mientras Wilson corre a encontrarse consigo mismo.
Me chirría, eso sí, la presencia de una Brigitte Bardot teñida de moreno y fumando puros, un poco descolocado en una muy interesante secuencia de una partida de cartas en la que acabará aflorando el lado más perverso de Wilson, en realidad el lado más oscuro que todos podemos llevar dentro.
Toby Dammit
El episodio de Federico Fellini, ‘Toby Dammit’, adapta uno de los relatos considerados menores del escritor, ‘No apuestes tu cabeza al diablo’, y supone toda una sorpresa a cualquier nivel dado lo opuestos que son en temática ambos creadores. Uno jamás habría pensado que Fellini podría convertirse en un adaptador de Edgar Allan Poe. Aquí con la historia de un actor estadounidense que vieja a Europa para protagonizar el primer western católico, detalle este de guión tan inteligente como lleno de mala baba.
Dejando al margen el eco de una situación que se dio en aquellos años en el cine proveniente de Italia, logrando que la cinematografía italiana fuese la más rica y extensa de la historia del cine —atrayendo con ello a muchas estrellas estadounidenses—, la importancia de este episodio reside en lo que tiene de autobiográfico y cómo el cine de Fellini y sus inquietudes artísticas han ido evolucionando desde su famoso ‘Ocho ½’ (‘8 ½’, 1963), el referente más directo y obvio de este ‘Toby Dammit’.
Episodio de pesadilla, con una puesta en escena que parece recrear un mundo totalmente onírico y lleno de peligros, se queda en la memoria por su metalenguaje y la portentosa interpretación de Terence Stamp, elegido por petición de Fellini al solicitar los actores más decadentes en aquel momento en Inglaterra —el otro fue James Fox—. El actor está totalmente entregado al juego de Fellino y forma parte de ese infierno tan particular lleno de metáforas y referencias sin piedad al séptimo arte.
Una imagen para el recuerdo: la niña con la pelota, alegoría si se quiere de los propios demonios de Fellini como cineasta y a los que se enfrenta en este alucinante viaje sin retorno.